-Me haces tan feliz. Te quiero.
-Te quiero.
Cierran los ojos y se besan en los labios lentamente, pausados. Un beso eterno que, si por ellos fuera, duraría infinito. Sin horizontes. Sin huellas. Sin límites.
Minutos más tarde se detienen, agitados. Les cuesta respirar e incluso hablar. Pero sonríen con sonrisas dibujadas de felicidad.
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